El whisky japonés sigue en gran parta la tradición del whisky escocés.
Las técnicas de fabricación son casi similares y las destilerías japonesas importan maltas de Escocia para el ensamblaje de sus blends.
Progresivamente han adquirido su propia personalidad gracias a la calidad, pureza y cantidad de sus manantiales de agua, a la presencia de turberas bajo el suelo de Hokkaido y a una tecnología punta.
Se distinguen por su gusto franco y malteado, un ahumado sutil y una cierta suavidad en boca.
En Japón se encuentra la destilería más grande del mundo con 24 alambiques.
Los japoneses degustan su whisky añadiendo mucha agua.